Y dicen que me presente, ¿eh? Bien... me llamo Lawina, nací en Aldrassil hace treinta y siete años... ¡sí! ¡Treinta y siete! ¿Qué os creíais? ¿Que los elfos nacemos todos con quinientos años? ¡Habráse visto! Soy una señorita, una jovenzuela, no como los elfos esos amargados (como mi guía) que se pasan el día quejándose de que ya no son inmortales, blablabla...
¿Por dónde iba? Ah, sí, ya. ¿Por qué salí a buscar aventuras? ¡Pasaos vosotros casi cuarenta años sin salir de Teldrassil! Madre mía, qué aburrimiento. Vale, sí, es bonito ver árboles, pisar la hierba con los pies descalzos, echarse a la bartola en la entrada de Darnassus... ¡pero hay más mundo! Así que decidí marcharme de allí. Ni busco venganza, ni redimir mis pasadas culpas, ni destruir a la plaga (que va, mis padres y mis cinco hermanos viven la mar de agusto aún en Aldrassil (más aún cuando me marché)). Única y exclusivamente quiero ver mundo, pasear por todos los rincones de Azeroth.
Ai... es que ya no puedo decir mucho más ¡soy muy joven aún! Solo diré que he llegado a esta hermandad vilmente engañada por el mago ese que me prometió ratas (mmm.... ratas *se limpia la baba*) a cambio de mis excelsas aptitudes. ¡Mentiroso humano! Que sepas que si me quedo es porque creo que al gato de Röda esa, Thor, le he hecho tilín.
Esto es todo. He dicho.