No soy muy dada a hablar de mí misma, pero dadas las circunstancias y exigencias para con la Hermandad, así como con mi Maestra... aquí estoy para narraros mi historia.
En realidad la mía no es una historia llena de dramas, intrigas, miserias o hechos remarcables, “afortunadamente” en cierto modo. Soy simplemente la menor de las dos hijas de Aerlar Mantocorteza, druida de la aldea de Aldrassil, y Selruil Hojargentea, guardián del bosque de Teldrassil.
Me crié en la misma aldea de madre, Aldrassil como dije antes, mientras se me instruía para convertirme en una de las guardianas del bosque (sí, esas sosas de armadura plateada y morada, pff), tarea no demasiado agradable para ninguno de quienes tomaron parte en ello, me temo.
A diferencia de mi hermana mayor, Arivia, todo un ejemplo “según decían” de cómo debía ser una aprendiz, yo… no estaba muy por la labor de atender a las nociones básicas del combate, las normas, y demás parafernalia. Digamos que siempre he sido la oveja negra de los elfos de la noche… pero… ¡hey! ¡No me miréis así, que no tiene por qué ser malo!
Tsk. Prosigo. Como iba diciendo, nunca se me ha dado bien ser alumna y, en cierto modo, aun hoy sigo arrastrando parte de todo eso. No porque continúe sin prestar atención o vaya a lo mío (de algo sirvieron las constantes reprimendas… sigh…), sino más bien porque soy el despiste personificado. Se me olvidan las cosas –incluso las que me acaban de decir, ugh- demasiado a menudo, y me cuesta un poco demasiado aprender incluso lo más básico… a veces, ¡solo a veces!
Bien, como algunos de mis hermanos elfos de la Hermandad sabrán, al alcanzar la mayoría de edad se nos suele enviar a aprender un poco más acerca de nuestro pasado, de quienes somos, de quienes seremos… Esa clase de cosas que, en teoría, deben servirnos para que nuestra raza salga adelante, al mismo tiempo que aprendemos sobre la Alianza y el resto de razas del mundo. En cualquier caso, para mí eso llego hace hoy cerca de tres semanas.
Si bien al principio todo parecía ir sobre ruedas (a pesar de ser como era algo aprendí, de modo que al menos sabía cómo defenderme), poco tardé en ver la cruda realidad del mundo. Siendo breve, puesto que no es algo que me enorgullezca demasiado, cierto día vi un pequeño y extraño elfo a lo lejos (eso pensé entonces, pero ni elfo ni… eso era un maldito demonio encarnado) mientras caminaba por una de las sendas de Vallefresno. Sin mediar palabra, el “cortés” renacuajo saltó hacia mí maza en mano mientras profería solo los dioses saben qué maldiciones hacia mi persona. El resultado fue que acabé tirada en un barranco, con mi cota de malla hecha trizas, la espada mellada por tratar de defenderme y casi todos los huesos rotos. Aun hoy doy gracias de que algún alma caritativa me encontró y me llevó de vuelta a Canción del Bosque, donde afortunadamente conseguí recuperarme (he de decir que estos draenei son bastante agradables... no termino de entender de dónde ha salido nuestro grandullón).
Una vez recuperada decidí partir hacia la ciudad humana de Ventormenta, dispuesta a reponer mi destartalado equipo por otro en condiciones y que me fuese de más ayuda si me volvía a tropezar con ese pequeño diablillo, o con alguno de sus amigos. Al menos algo para que me diese tiempo de retirarme y desaparecer de allí rauda como el viento (sí, sí… que no hay honor en huir… pero los muertos tampoco es que puedan hacer gran cosa, ¿no?). A parte de eso me deshice de mi preciada melena –sigh- por algo un poco menos molesto y más apropiado para el combate, y he de decir que mal no me ha ido, por ahora. La cuestión es que fue justo en ese día cuando, creo recordar, me encontré con cierto humano llamado Arkarion, que es el culpable de que a día de hoy me encuentre entre vosotros, y es ahí donde mi historia y la vuestra se entrelazan y pasan a ser la misma.
Bueno, siento si alguno esperaba algo más… como se dice… ¿épico?, pero esta es mi historia, mi vida, y es la que tengo. Quizá con el tiempo se convierta en algo más… o no. Tampoco es que me importe demasiado, lo único que deseo es ver mundo y hacer lo correcto… sin importar de qué lado estén aquellos a los que ayude, siempre que demuestren ser merecedores de mi ayuda.
Lyti
Lun Mar 16, 2009 3:22 pm
Que la luna guíe tus pasos Lyti.